
A menudo, suelo encontrar en las personas que vienen a consulta, una tendencia a exigirse mucho en sus vidas. Nos vamos haciendo una lista larga de prioridades en las que poner nuestra atención y energía, y nos vamos dejando a nosotros/as mismos/as para el final.
He encontrado que ésta actitud conlleva a menudo una serie de consecuencias, – tales como, cansancio, desgana, falta de motivación, a menudo también enfado y frustración, incluso ira y en muchos casos tristeza -.
Realmente nos estamos abandonando en lo más hondo, hacemos oídos sordos a nuestras necesidades y a lo que realmente nos mueve en la vida, y como un animalillo al que se le encierra y se le niega la libertad, nos quedamos quietecitos y tristes en nuestra propia jaula.

Es muy importante, en mi opinión, estar atentos a éstas sensaciones y poderlas identificar. A veces es bueno pararse a sentir qué puede haber detrás de ésa tristeza que se prolonga, y no dejarse llevar por ella. Debajo de una depresión, suele haber deseos y necesidades que no han sido escuchados y que no han tomado vía de salida.
Si realmente ponemos atención y nos dejamos escuchar, quizás nos demos cuenta que estamos anteponiendo muchos deberes y obligaciones, a deseos que necesitan ser escuchados. Cada uno/a, tiene un don, algo que nos mueve en la vida y que nos recuerda lo que realmente somos, lo que más nos gusta, lo que ensancha nuestro corazón y dibuja una sonrisa en nuestras vidas.
Seguir y darle forma, llevar a la acción éstas motivaciones, es muy sano a nivel psicológico, a mi juicio y nos puede proporcionar muchos beneficios, entre algunos de ellos podemos destacar:
Mayor confianza en nuestra valía y en nuestras capacidades.
Sentimiento de estar aportando algo útil a los que nos rodean.
Nos relaja física y mentalmente.
Pone en funcionamiento nuestra energía, nos activa.
Reduce la ansiedad y equilibra la respuesta emocional
Mejora el humor y el estado de ánimo.
y por último y más importante: da un sentido a nuestras vidas.

Así pues, considero interesante, rico y beneficioso, el poner el foco y la acción en las cosas que nos motivan y más nos gustan hacer, lo que nos hace sentir bien. Y sobre todo, poner cuidado, en qué momentos las descuidamos y ponemos demasiado esfuerzo y vida en trabajar, en el sacrificio, en las tareas duras. Es bueno, encontrar ése equilibrio, entre los deberes y responsabilidades y lo que nos proporciona bienestar y placer.
Tener algo por lo que levantarse cada mañana genera felicidad y optimismo, si buscamos lo que nos cala y toca dentro, probablemente, será más fácil encontrar ése, ANTIDEPRESIVO natural, ése que se vende en la farmacia. Algunas veces, lo tenemos disponible dentro de nosotros y sólo hay que afinar la escucha a lo que nos sienta bien y bajar el volumen a los «tengo que » y a los «debería».
La serotonina, la segregamos naturalmente, ante lo que nos hace felices- busca en tu propia farmacia interior y a ver qué encuentras.
REIR, ABRAZARSE, SENTIR EL CONTACTO CON LOS DEMÁS, AGRADECER LAS COSA BUENAS DE CADA DÍA Y TAMBIÉN EL RECORDAR Y HABLAR DE MOMENTOS EN LOS QUE NOS SENTIMOS BIEN, también potencian la felicidad.